Adolescencia, familia y hábitos saludables ¿Cuánto dura la adolescencia?
Adolescencia, familia y hábitos saludables, ¿Cuánto dura la adolescencia?, es una pregunta que suelen hacerme madres y padres en los talleres.
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Adolescencia familia

Adolescencia, familia y hábitos saludables

Adolescencia, familia y hábitos saludables

Carmen, ¿cuánto dura esto?

El sábado por la mañana, impartí un taller sobre adolescencia, familia y hábitos saludables. Cuando terminé, como siempre, dejé un tiempo para compartir experiencias, preguntas y dudas. Creo que este momento es muy importante y suele tranquilizar mucho a las madres y padres asistentes, sobre todo, si sus hijos están en edad adolescente.

A veces, se hace tarde, y como tienen que cerrar el espacio donde estamos reunidos, tenemos que seguir en la calle o irnos a tomar algo a un bar cercano. Pero el sábado era un espacio privado, y nos quedamos dos horas más. Un verdadero placer.

Una de las cuestiones que más se repitió fue

‘¿cuándo dura esto?’

No hay consenso en torno a la edad de finalización de la adolescencia. Pero sí se sabe que no acaba a los 18 años como se ha asegurado hasta hace poco. Las ultimas investigaciones con pruebas de imagen, estiman que esta fase termina entre los 25 y los 30 años aproximdamente, que es cuando ya se considera que está prácticamente maduro el lóbulo prefrontal.

El cerebro madura por tandas. Adolescencia, familia y hábitos saludables

 

Es decir, madura por etapas, como si fueran las obras de remodelación de una casa. Donde primero trabajan los fontaneros, luego los yeseros, luego los que ponen los azulejos, los carpinteros, etc. Y hasta que no pintan, está todo liado y desorganizado.

En el cerebro ocurre igual. La parte de su estructura límbica, que es donde está la amígdala y donde nacen las emociones, es la que lleva el control. El lóbulo prefontal, que es el que se encarga de razonar, de pensar antes de actuar, de la toma de decisiones, todavía está en proceso de desarrollo y va a un ritmo un poco más lento que el sistema límbico. Además, las conexiones neuronales entre ambas zonas no están terminadas, lo que dificulta también el envío de información entre ambas partes.

Este proceso de ‘reseteo’ y reorganización cerebral, comparable a los tres primeros años de vida, es el que hace que los adolescentes tengan los típicos cambios de comportamiento que tanto estresan a madres y padres. Algunos, como:

  • Oscilaciones de humor.
  • Búsqueda de intimidad y privacidad.
  • Explosiones emocionales tanto de alegría como de tristeza.
  • Exigencia de libertad y autonomía unida a la necesidad de protección.
  • Rechazo al control y supervisión.
  • Alejamiento de los padres y acercamiento a los iguales.
Adolescencia, familia y hábitos saludables. Carmen, ¿cuánto dura esto?

 

Prepararnos, formarnos, saber cómo está funcionando el cerebro del adolescente, puede tranquilizarnos y sobre todo, ayudarnos a afrontar las situaciones que se irán presentando.

Un ejemplo que suele preocupar a las madres y padres que asisten a mis talleres, es la RECURRENTE REBELDÍA.

Si sabemos que, en el fondo lo único que buscan es conseguir su individualización, en vez de tomar sus comportamientos rebeldes como agravios personales –siempre y cuando no traspasen ciertos límites aceptables– la entenderemos como algo ‘natural’ e inseparable al propio proceso de maduración.

Como le decía a una madre, ‘no es muy relevante si te dice ‘eres la peor madre’, ‘yo no te elegí’, ‘déjame en paz’, ‘tú no entiendes nada’, cuando le dices un ‘no’ firme o cuando le exiges que respete unas normas concretas y razonables. Estas frases, por regla general, las dicen muchos hijos. Lo realmente importante es la trayectoria en su conjunto y no de manera aislada o puntual.

Y la mejor forma de analizar la trayectoria general de nuestros hijos es desarrollando nuestra capacidad de observación y comunicación. Muchas veces nuestra rutina diaria hace que no prestemos la suficiente atención a los gestos y comportamientos de nuestros adolescentes y no les dediquemos el tiempo suficiente.

Si observamos conductas que se alejan demasiado de su manera habitual de actuar, debemos prestar atención y ‘entrarles’ de la mejor manera posible, para que no se pongan a la defensiva. Buscar el momento adecuado para hablar con ellos, poniendo en marcha nuestras mejores habilidades de comunicación y escucha activa.

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