
18 Dic Cómo ayudar a nuestros hijos a manejar sus emociones
Las emociones marcan nuestros actos de una forma directa
A lo largo del día experimentamos una gran diversidad de emociones. Nuestra vida es mucho más rica en emociones de lo que solemos pensar. Pero también marcan el de las personas que nos rodean, como es el caso de los hijos, con los que determinará, en muchos casos, su manera de entender el mundo.
La familia y el colegio son el primer marco de referencia de un niño y una niña, juegan un papel esencial en el desarrollo de su personalidad y suponen un modelo de conducta, actitudes, valores y emociones. Los niños aprenden por imitación y asimilación. El clima y entorno familiar y escolar pueden favorecer que los niños aprendan a identificar y gestionar sus emociones de forma positiva o negativa.
Las conductas se aprenden y las emociones también.
Debemos, por tanto, reflexionar acerca de cómo son nuestras emociones, cómo podemos aprender a gestionarlas y cómo podemos guiar a nuestros hijos en su proceso de desarrollo integral. Porque, si ellos consiguen gestionar y encauzar adecuadamente sus emociones, mejorarán su trayectoria individual, su rendimiento escolar y éxito vital. Esto es, interiorizarán capacidades que les facultarán para:
- Conseguir bienestar personal
- Conseguir éxito vital
- Gestionar sus talentos
- Alcanzar sus metas
- Ser autónomos
- Utilizar estrategias de autocontrol
- Desenvolverse adecuadamente en su entorno social
- Gestionar los conflictos
- Etc.
Imagina que vas con tu hijo en el coche, y después de estar dando vueltas para aparcar durante un buen rato, el coche de delante ocupa el sitio que se acaba de quedar libre. Entonces, te enfadas mucho, le das un puñetazo al volante e insultas al otro conductor. ¿Qué comportamiento está observando tu hijo?
¿Cómo crees que actuará cuando un amigo le quite un juguete en el recreo o en el parque?
Y si es adolescente, ¿cómo reaccionará cuándo le hagas ver que tiene que llegar a casa ‘a la hora pactada’ aunque le parezca ‘terriblemente injusto’?
La conducta social y el control que los padres tienen de sus emociones, tiene efectos directos en el bienestar psicológico y físico de los hijos, en su comportamiento y en la gestión que ellos harán de las suyas. El hecho de que los padres identifiquen y gestionen eficientemente sus estados emocionales, favorece la comunicación, la gestión de conflictos y el desarrollo integral y saludable de los hijos.
No olvides que los hijos aprenden por imitación.
Para terminar, os propongo realizar una actividad individual.
- Necesitas de 10 a 15 minutos (no utilices más de un minuto en cada respuesta).
- Papel y lápiz.
Vamos a reflexionar acerca de:
- Cómo manejas tus propias emociones y
- Cómo sueles responder ante las reacciones emocionales de los demás, especialmente de tus hijos.
Te planteo 10 preguntas que pueden ayudarte a reflexionar:
- ¿Cómo gestiono mis estados de ánimo como la ira, el enfado, la culpa o la tristeza?, ¿soy capaz de identificarlos?
- ¿Cómo me afectan esos estados de ánimo en mi funcionamiento diario?
- ¿Qué hago para sentirme mejor?
- ¿Soy capaz de entender cómo se sienten los demás y ponerme en su lugar?
- ¿Escucho de forma activa, sin interrumpir e intentando comprender lo que los demás están diciendo?
- ¿Suelo utilizar el diálogo para resolver los problemas cotidianos de convivencia? ¿Funciona?
- ¿Soy realmente consciente de que lo que hago como madre o padre afecta a mis niños?
- ¿Cómo tomo decisiones?, ¿actúo impulsivamente o busco diferentes alternativas valorando cuál es la mejor opción?
- ¿Expreso alegría y agradecimiento cuando me siento feliz o agradecido?
- ¿Cómo me siento cuando mi hijo no responde como esperaba?, ¿soy consciente de ese sentimiento?
Es fundamental conocerse a uno mismo y conocer las propias reacciones como punto de partida para poder educar a nuestros hijos responsablemente y con cierta coherencia. Si tengo dificultades para conocer, controlar y gestionar mis emociones, debería plantearme maneras de aprender a manejaras con el fin de mejorarlas y así favorecer el desarrollo y aprendizaje emocional positivo de mi hijo o hija. De ahí que sea tan importante que responda a la siguiente pregunta:
¿Pido ayuda cuando me siento perdido, estoy en una situación difícil o no sé cómo actuar?
Experimentar con frecuencia emociones positivas durante la infancia favorece la posibilidad de desarrollar una personalidad extrovertida, optimista y confiada e inversamente, experimentar con frecuencia emociones negativas durante la infancia favorece la posibilidad de desarrollar una personalidad introvertida, pesimista y desconfiada.
El desarrollo emocional óptimo consiste en la adquisición de destrezas para manejar los estados emocionales en nuestro beneficio, reducir las emociones negativas –miedo, tristeza o enfado– y aumentar las positivas –alegría, satisfacción, entusiasmo–.
En el próximo post seguiremos hablando de este asunto.
No Comments