
01 Feb El cerebro es vago, no le gusta trabajar
El cerebro es vago, no le gusta trabajar. Cuando nacemos, nuestro cerebro tiene pocas conexiones neuronales. El aprendizaje de hábitos o el desarrollo de los propios talentos, no se producen por un aumento considerable del número de neuronas.
Se producen por un aumento del número de conexiones entre las neuronas.
Para que el número de conexiones neuronales crezca, para que se produzca un óptimo desarrollo neuronal, son necesarias experiencias, que, repitiéndose, se terminan convirtiendo en hábitos.
Si queremos que se produzca un hábito, lo primero es identificar la necesidad. Si no lo necesitamos, no lo vamos a aprender. Cuando una persona percibe que necesita algo, ciertas neuronas se aproximan unas a otras.
Lo segundo es la repetición. Una vez que nuestras neuronas se han acercado, deben unirse unas a otras y esto se consigue repitiendo la acción con constancia y esfuerzo. Hasta que llega un momento en que forma parte de nosotros, es decir, nos hemos habituado y lo hacemos sin tener que desarrollar energía extra.
Para mejorar nuestras habilidades y alcanzar metas es necesario entrenamiento, esfuerzo y perseverancia.
El cerebro es vago, no le gusta trabajar
Como decíamos en el vídeo anterior, si no lo has visto, te recomiendo, que lo escuches, repetir a nuestros hijos mantras positivistas de ‘si tu hermano puede, tú puedes’, ‘a ti nada se te resiste’, ‘no hay nada imposible’ o ‘no te rindas’, no enseña nuevos hábitos. Somos la madre y el padre quienes tenemos que potenciarlos a base de tenacidad y constancia.
Porque, a nuestro cerebro no le gusta pensar, ni trabajar, ni aprender. Le gusta la ley del mínimo esfuerzo. Es un yonqui del piloto automático.
Para el cerebro es agotador incorporar nuevos hábitos, lo más fácil para él es continuar con sus rutinas. Por eso, tenemos que ayudar a nuestros hijos a entrenar su voluntad.
Para entrenar la voluntad de nuestros hijos, tenemos que mantenernos firmes y exigirles responsabilidad.
El cerebro es vago, no le gusta trabajar
Muchos padres son excesivamente permisivos, por ‘pena’, para evitar discusiones o porque piensan que los mensajes de pensamiento positivo son suficientes.
La voluntad, el esfuerzo, el autocontrol y la responsabilidad se fortalecen con la práctica y se atrofian con la falta de uso.
La clave del éxito se encuentra en saber combinar nuestras habilidades y destrezas con el trabajo y la dedicación.
Y eso, se tiene que empezar a aprender en casa.
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