El miedo, las emociones y la amígdala - hijosconexito
16933
post-template-default,single,single-post,postid-16933,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-13.3,qode-theme-bridge,disabled_footer_bottom,wpb-js-composer js-comp-ver-5.4.5,vc_responsive
miedo

El miedo, las emociones y la amígdala

Miedo, emociones y amígdala ¿Qué pasa en mi cuerpo cuando siento miedo? 

 

La amígdala es una estructura que se encuentra en nuestro cerebro y es el principal núcleo de control de las emociones. Gestiona, con gran precisión, las respuestas emocionales que emitimos, tanto a nivel consciente, como inconsciente. Y permite que se produzca una asociación entra cada experiencia que vivimos, con una emoción agradable –alegría, felicidad– o desagradable –miedo, asco–.

La gestión que hacemos de nuestras emociones, resulta influida, en gran medida, por la actuación de la amígdala. Una de estas emociones, el miedo, es una pieza clave en la conservación de los seres humanos como especie. Nos ayuda a sobrevivir. Puede salvarnos la vida. Nos advierte de posibles peligros. Pero, si la gestión no es adecuada, también puede ser limitante.

Cuando percibimos que hay una amenaza, la amígdala nos ayuda a reaccionar -luchando, corriendo, etc.-, al tiempo que prepara todo nuestro cuerpo para esa reacción (vídeo).

Pero si esta amenaza no es real y está provocada por la sobreprotección de los padres, el cuerpo también se prepara para huir, para no actuar, aunque, quizás no sea necesario, evitando a nuestros hijos aprender algo que pudiera ser muy útil para su futura evolución integral.

La amígdala, igualmente, nos ayuda a decidir cómo vamos a reaccionar ante una situación concreta. Cómo vamos a gestionar el fracaso o la frustración. Pero si no nos entrenamos, si no dejamos que nuestros hijos se vayan preparando, no tendrán recursos cuando tengan que actuar ante determinado acontecimiento.

Además, la amígdala influye en:
  • La selección de recuerdos que vamos a ‘guardar’ y almacenar para que formen parte de nuestra memoria a largo plazo.
  • Y en aquellos recuerdos que vamos a desechar u olvidar porque no son suficientemente relevantes.

Veamos un ejemplo. Supón que vas dando un paseo por la playa. Y pasas cerca de un perro que va tranquilamente andando al lado de su dueño. Pero no puedes evitar ponerte muy tenso. La razón, seguramente estará relacionada con una situación estresante que sufrimos de pequeños con este animal. Y que conscientemente no recordemos. Pero que se ha conservado en nuestra memoria sin saber exactamente porqué.

La conducta sexual también está regulada por la actuación de la amígdala. Esta estructura cerebral, nos permite asociar lo que sentimos cuando estamos en una situación íntima, con la sensación de placer.

Nos ayuda a asociar emocionalmente a individuos concretos, con el  placer y con las relaciones íntimas.

De igual manera, podemos vincular la amígdala con la agresividad. Numerosas investigaciones realizadas, indican que un funcionamiento incorrecto de esta estructura puede provocar la pérdida de reacciones de autodefensa. Mientras que una excesiva estimulación puede provocar reacciones extremadamente violentas o agresivas hacia personas del entorno.

Os invito a ver este maravilloso vídeo. Nos ayuda a entender la relación entre las emociones impulsadas desde la amígdala y el control que ejercen sobre ellas otras partes del cerebro.

La chica, en primer lugar, piensa que hay una amenaza real porque un hombre la está siguiendo, por ello, empieza a correr, hasta que se da cuenta de que esa supuesta amenaza no es tal, porque quien va detrás de ella es un amigo que intenta alcanzarla.

 

No Comments

Post A Comment