
06 May Inteligencia emocional y éxito individual
Cuidar sus emociones
Está ampliamente demostrado (Cherniss, C., 2000; Durlak et al., 2008; Agulló et al., 2010; Bisquerra, 2009, 2011) que el éxito individual de nuestros hijos [1] está más relacionado con las aptitudes emocionales –un 77%– que con las capacidades intelectuales –un 23%–.
Educar a un hijo o una hija en las emociones conlleva importantes beneficios en su estado físico y psíquico, en su desarrollo personal, académico y profesional, en su disposición hacia la resolución de conflictos y en los niveles de estrés y depresión. De igual manera, aumenta la empatía y la resiliencia, permitiéndoles tener una mejor relación con el entorno más inmediato.
Por esta razón es muy importante que comencemos a trabajar la educación emocional desde el mismo momento de su nacimiento, realizando con ellos actividades sencillas y cotidianas tales como:
- dibujar
- escribir un diario
- expresar sentimientos verbalmente
- escuchar música
- cantar y bailar
- jugar sin crear dependencia
- dar caricias y muestras de afecto
- etc.
Con su práctica, no solo ayudaremos a nuestros hijos a desarrollar todas aquellas competencias que tienen que ver con su inteligencia emocional, sino que colaboraremos con ellos en la regulación y gestión del importante grupo de las emociones básicas, esto es el enfado, el miedo, la alegría y la tristeza.
Emociones negativas
Del conjunto de emociones, las negativas son las más perdurables, inevitables y difíciles de apartar de nuestro pensamiento. La tristeza por ejemplo dura hasta 4 veces más que la alegría. En base a este panorama, parece necesario ayudar a los hijos a gestionar la intensidad de sus emociones con técnicas eficaces. Su finalidad es por un lado, comprenderlas, interpretarlas y afrontarlas; por otro, reducir su intensidad y dolor y por último, favorecer el desarrollo integral del niño y su evolución personal saludable.
Es importante conocer la inteligencia emocional de nuestros hijos, entender su estado de ánimo y ayudarle a actuar sobre las causas y no sobe los síntomas: potenciar sus virtudes, valorar sus éxitos y pensar en el futuro inmediato, entre otras.
Emociones positivas
En cambio, las emociones positivas hay que aprender a construirlas, de ahí la importancia de que sean trabajadas en el hogar desde los primeros años en el hogar. Es necesario que los padres pongan especial énfasis en ayudar a los hijos a gestionarlas y potenciarlas, como base de su futuro bienestar subjetivo, del bienestar familiar y del bien general de su entorno y por los efectos directos en el concepto de sí mismo, en las relaciones interpersonales, la disminución de la conflictividad, el rendimiento académico y el éxito vital.
Los padres deben poner especial énfasis en ayudar a los hijos a gestionar y potenciar sus emociones positivas preparándoles para la vida.
La educación -fuera y, sobre todo, dentro del hogar- debe preparar al niño y a la niña para el futuro, debe favorecer su crecimiento individual y prevenir todos aquellos factores (violencia, estrés, baja autoestima, ansiedad, depresión, consumo de drogas, comportamientos de riesgo, etc.) que le puedan dificultar este crecimiento.
Por ello es necesario que los padres atiendan los aspectos emocionales de sus hijos de forma prioritaria, preparándose, si es necesario, para afrontar el desarrollo integral de sus hijos de la forma más completa y exitosa posible.
[1] Con el fin de agilizar la lectura del presente post, siempre que ha sido posible se han empleado nombres epicenos, perífrasis o sustantivos genéricos y colectivos, huyendo en la medida de lo posible del desdoble del singular. De igual manera, se ha mantenido el masculino universal de los sustantivos y adjetivos plurales.
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