
17 Jun La escuela presencial, el tercer pilar
La escuela presencial, el tercer pilar. La semana pasada, en el directo que hicimos la doctora Marta Carulla y yo, asegurábamos que la escuela virtual no garantiza en absoluto la igualdad de oportunidades entre todos los estudiantes, ni el derecho de nuestros niños a la educación.
Y, entre otras razones, explicábamos que no todas las familias tienen las mismas capacidades. Y por tanto, no todas las familias pueden ofrecer a sus hijos las mismas oportunidades.
Puedes ver el video en mi canal de YouTube.
De ahí que, en su ultimo informe, la UNESCO haya encendido la luz de alarma, advirtiendo a los países que la desaparición de la escuela presencial ‘puede tener graves repercusiones en los aprendizajes de los estudiantes. Pero, sobre todo, si son de entornos desfavorecidos’.
Los aprendizajes que ofrece la escuela presencial son amplios y diversos. Van mucho más allá, de los contenidos científicos de cada materia curricular (de lengua, matemáticas, inglés o química). La escuela es mucho más que un temario. Es mucho más que instrucción.
La escuela presencial, el tercer pilar
La escuela es, junto a la familia y el entorno, el tercer pilar que ayudará al niño o niña a desarrollarse para ser un adulto capaz de enfrentarse (solo y de forma responsable) a los problemas que le va a ir presentando la vida. Piensa un momento, ¿no te parece la escuela o el instituto una reproducción de la realidad social del mundo de los adultos?
- La escuela es un lugar con un orden, una jerarquía y unas dinámicas de mucha utilidad para ir practicando, a medida que se van haciendo adultos.
- En la escuela, aprenden a relacionarse y crear vínculos con personas adultas que no pertenecen a su círculo más cercano (mamá, papá, abuelos), que no son su figura de apego. Lo cual contribuye a que se construya su autonomía, seguridad y confianza, porque, entre otras razones, tiene que buscarse un poco la vida solo.
- Igualmente, para muchos niños, el centro escolar es su único marco de referencia. Hay chicos, cuyas familias no saben, no pueden o no están preparadas para ayudarles a interiorizar ciertos hábitos, comportamientos o valores.
- Aprenden a relacionarse con sus iguales, a socializar y a buscarse un lugar en el grupo. Un niño en el cole o el instituto, es uno más, ya no es el rey de la casa.
- Aprenden a gestionar y expresar emociones y a hacerlo de una forma apropiada a la presencia de otros iguales.
- Aprenden a imitar y a sentirse imitados. El llamado ‘efecto compañero’, tan necesario para el desarrollo integral de niños y niñas. Y se predisponen al aprendizaje gracias al contexto, gracias a la figura del profesor y gracias a los compañeros que hacen lo mismo que él o ella.
- Aprenden a respetar normas diferentes a las de casa, lo que les ayuda a ser más flexibles y adaptables. Y a resolver conflictos, a compartir objetos (de la clase o propios), a ceder o a defender lo que quieren.
- Mejoran su psicomotricidad, porque se desenvuelven en un entorno diferente al de casa. Y, sobre todo, no están bajo la atenta mirada protectora (o sobreprotectora) de papá o mamá.
La escuela presencial, el tercer pilar
Por tanto, es importante destacar que la escuela o el instituto, además de proporcionar contenidos. Además de ser una fuente de inclusión y de igualdad de oportunidades, aporta a nuestros niños enormes beneficios para su desarrollo emocional, social e intelectual. Habilidades, que difícilmente podrían ser aprendidas con clases no presenciales.
No Comments