
16 Oct La isla de las tentaciones, una droga para el cerebro
La isla de las tentaciones, una droga para el cerebro de nuestros hijos. Se estima que unos 100.000 menores de entre 4 y 12 años ven la isla de las tentaciones.
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Por si no lo sabéis, es un ‘reality’ de Telecinco con 3 millones de espectadores en cada gala, donde el Caribe, el alcohol, las parejas y las posibles infidelidades están en el guion de cada día. Donde los cuerpos perfectos y el atractivo sexual se presentan como valores deseables y los celos, como expresión de amor verdadero.
La isla de las tentaciones, una droga para el cerebro es un programa con escenas subidas de tono que exponen a los pequeños un contenido que no toca en la infancia. Un sexo artificial donde la afectividad y la honestidad no tienen cabida. Lo que les puede hacer normalizar cosas para las que aún no están maduros o malentender de qué va la sexualidad.
Telebasura de contenidos zafios y vulgares que muchas madres y padres estamos permitiendo ver a nuestros hijos y que, les está sirviendo (junto con el porno), de verdadera educación en la sexualidad.
La isla de las tentaciones, una droga para el cerebro
El formato carece de la más mínima ética con los sentimientos de los participantes y utiliza constantemente estereotipos de género (las mujeres, que hacen lo mismo que los hombres, son siempre las más promiscuas, las más desleales, las más busconas, las más putas).
Sin embargo, se ha convertido en un fenómeno viral, precisamente por su contenido morboso. El porno, el morbo, el alcohol, la droga ofrecen estímulos que van directamente a la amígdala, que es la estructura cerebral que controla las emociones básicas.
Entonces, se entra en un estado de activación que hace que se necesite cada vez más estímulos nuevos. Y así es, como el cerebro de nuestros hijos (y el nuestro) se engancha ante este tipo de programas y otras adicciones.
La isla de las tentaciones, una droga para el cerebro
Me pregunta una madre si debe prohibir a su hija de 10 años ver este programa. Y mi respuesta es sí.
Si es mayor de 16, e insisten en verlo, mi consejo es sentarnos a su lado e ir desmontando y explicando cada escena (por ser ficción, manipulación, frivolización de las relaciones afectivas y sexuales, falta de pudor, morbo, cotilleo, cosificación de hombres y mujeres, etc.).
No se trata de implantar censuras. Se trata de no dejar que sus fuentes de información sean inadecuadas. Los padres nos tenemos que implicar en la educación de nuestros hijos (y en las horas que duermen). No podemos dejarla en manos del porno o la TV.
¿Qué hacen despiertos a esas horas niños menores de 12 años viendo un programa recomendado para mayores de 16? Yo solo veo negligencia parental y falta de control absoluto.
¿Qué aporta ese programa a nivel formativo y madurativo?
¿Qué tipo de distorsión puede generar en los menores?
Desde mi punto, es nuestra responsabilidad supervisar los contenidos a los que acceden nuestros hijos y fomentar su sentido crítico. Educar no es fácil.
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