La juventud japonesa

Es un hecho constatado, que Japón tiene un sistema educativo exitoso.


La cultura milenaria nipona, y sobre todo escolar, es objeto de numerosas investigaciones.


Los datos muestran que es una sociedad ordenada, que fomenta y valora la dedicación al aprendizaje, enseña buenos rasgos de conducta, disciplina y perseverancia.


Características que llevan a este país a liderar pruebas académicas internacionales y a ser reconocido en todo el mundo por sobresalir a nivel artístico y laboral.


Igualmente, está documentada la rigidez social de la cultura japonesa, que imprime una presión elevada a los jóvenes, de quienes se espera excelencia académica y rigurosidad en las actividades que desarrollan, para sobresalir y acceder a la universidad.


Los estándares en la educación primaria y secundaria son elevadísimos y estudiantes son estimulados, diariamente, a competir con sus iguales y superar sus propios límites para alcanzar el máximo potencial.


Sin embargo, esta constante exigencia, junto al uso no saludable de redes sociales, la presión académica y la escasa vida en familia, genera estrés y ansiedad desde edades muy tempranas.


La salud mental de la población más joven

Todo ello influye en la salud mental de la población más joven y se relaciona con la elevada tasa de suicidio entre adolescentes menores de 20 años.

Actualmente existe en Japón una alerta por este hecho.


Llama la atención que un el 35% de los menores japoneses teme sufrir violencia e intimidación en la escuela o el trabajo.


Igual que ha ocurrido hasta hace bien poco en España, la estigmatización de la salud mental en Japón y la reticencia cultural a buscar ayuda, agravan la situación.


Se han documentado tasas elevadas de menores con inestabilidad emocional, falta de confianza en sí mismos, insomnio, personalidad depresiva, baja tolerancia a la frustración y personalidad dependiente (sobre todo de la madre, que es quien por regla general cuida y educa a hijas e hijos).

Los Hikikomori

Algo que llama la atención, es el creciente número de jóvenes solitarios que se retiran de todo contacto social y, a menudo, no abandonan su casa en años.


Según las encuestas gubernamentales, se aproxima al 2% de la población. Sin embargo, se cree, que la cifra total puede ser más alta, pues a veces, tardan años en pedir ayuda. Es el conocido Síndrome de Hikikomori.


Este trastorno suele estar vinculado con factores personales que pueden ‘predisponer’, tales como introversión, timidez, estilo de crianza evitativo o sobreprotector, diversos trastornos de salud mental durante la infancia, acoso escolar, uso excesivo de tecnología, presión para seguir las tradiciones, además del extendido elogio a la soledad dentro de la comunidad nipona.


En los casos de trastorno mental o físico, está documentado que, frecuentemente, el padre se desentiende de cuidados y educación, dejando el peso en manos de la madre, lo que aumenta la sobreprotección y ostracismo, por la cultura de la vergüenza.


Igualmente, es un hecho constatado que el peso del del cuidado, atención y educación de hijas e hijos, recae sobre los hombros de las madres.

Numerosos trabajos empíricos muestran que el 40% de los jóvenes nipones, ni están satisfechos con su vida, ni albergan esperanzas en su futuro cercano.

La escuela

Una reciente encuesta señala que al 30% de los jóvenes japoneses les encanta su colegio. Muchos, ‘viven’ allí prácticamente todo el día, porque tras acabar la jornada escolar, se quedan en los clubes hasta por la noche, incluidos sábados y domingos (de deportes, música, fotografía, limpieza, karate, judo, kendo, artes marciales, festivales, conciertos, carreas, de ayuda para los demás etc..).


Esta costumbre obligatoria hasta hace pocos años (y vista muy positiva en la actualidad), supone un buen entrenamiento para la vida de adulto.


Un elevadísimo porcentaje de japoneses, piensa que el trabajo es lo más importante en su vida. De hecho, lo socialmente aceptable es hallar un empleo para toda la vida, al terminar los estudios y trabajar largas jornadas laborales, con escasas vacaciones. Si se deja un puesto de trabajo a tiempo completo, es difícil conseguir otro.

Las 'sirvientas'

Muy doloroso ha sido observar algo ampliamente documentado: la imagen extremadamente sexualizada ‘en distintas versiones’ de chicas, paseando por la calle y en establecimientos, con aspecto infantil e inocente.


Es sintomático que el 60% de las jóvenes japonesas hace dieta para estar delgadas y atractivas.


Las cafeterías de ‘sirvientas’ (maid cafes) son un tipo de restaurante que se ha popularizado mucho en los últimos años.


Estas camareras van vestidas con llamativos trajes de doncellas, como los del siglo pasado, con faldas muy cortitas, enaguas y delantales a juego, llenos de volantes, lazos, cofia u orejitas de gato, aderezado con medias hasta encima de la rodilla. Llaman ‘amo’ a los clientes y está prohibido pedirles datos personales o teléfono. Oficialmente solo atienden, dan conversación y acompañan.

Un país poco feminista

Algo positivo es que, en 2023, Japón elevó la edad de consentimiento de relaciones sexuales de 13 a 16 años.


Sin embargo, la ley hace una excepción intolerable, desde mi punto de vista. Las parejas adolescentes, con una diferencia máxima de edad de cinco años (y si los dos miembros tienen más de 13 años), podrán tener sexo.


Numerosas investigaciones llevadas a cabo, revelan que, sobre todo, las mujeres de 14 a 18 años, sufren unas elevadas prevalencias de ITS, además de embarazos no deseados, que en Japón puede conducir al matrimonio por obligación, la maternidad en solitario o el aborto (que no cubre el seguro de salud).


Está documentado que las adolescentes acuden menos a consulta por vergüenza o miedo a la ‘mala reputación’.


Un creciente número de investigadoras señalan que Japón es un país machista o, dicho de otro modo, debería ser más feminista.


Aunque por ley, desde hace unos años, las mujeres ya cobran igual que los hombres, la desigualdad en los puestos directivos, brecha salarial, realización de labores domésticas y de cuidados (a menores y marido) persiste.


Un problema compartido con otras democracias avanzadas, pero según un amplio consenso, más acentuado en Japón.


Sin duda, este es uno de los elementos que más influye en el declive demográfico de Japón y la negativa creciente de las jóvenes a casarse y tener hijos. En una encuesta realizada por la Fundación Nippon, solo el 13% de las mujeres pensaba casarse.

El cambio

Por esta razón, la administración educativa está empezando a implementar una asignatura que subraya la importancia de la igualdad de género y de compartir tareas domésticas y cuidados entre mujeres y hombres.


Hay bastante conformidad en señalar que las cosas están cambiando, aunque demasiado lento. La educación de niñas, niños y adolescentes en Japón se caracteriza por la obediencia a sus mayores, el silencio, el buen comportamiento, la amabilidad y la conducta ejemplar. Lo cual es un freno para para interiorizar comportamientos diferentes a los que ven en el día a día.


Acabo de leer lo que he escrito y tengo la sensación de que es algo pesimista. No obstante, os aseguro, que todos y cada uno de los datos están contrastados.

País amable, educado, respetuoso y hospitalario

No quiero terminar con esta sensación, Japón es mucho más. Ayer hablaba con una colega japonesa y me aseguraba que (aunque tímidamente) observa entre sus estudiantes universitarios la decisión de no vivir una vida como la de su madre, su padre y sus abuelos.


Señalaba que cada vez contempla a más jóvenes que dicen lo que piensan, luchan para que se imponga las habilidades individuales, a la edad y permanencia de por vida en el trabajo y dicen ‘NO’.


Tras 15 días en Japón, vengo impactada. He disfrutado muchísimo. Es un país fascinante, lleno de contrastes, donde se combina un patrimonio cultural ancestral, con altos rascacielos y luces de neón. Es bellísimo. Tiene una gastronomía exquisita a precios bastantes asequibles.


El país cuenta con zonas climáticas muy diversas llenas de color (verde, rojizo y blanco).


La gente es muy amable, educada, respetuosa y hospitalaria.


Todo está muy limpio y se respira un ambiente de gran seguridad. Me ha llamado la atención ver a la gente dormitando en un banco, con el ordenador, el bolso, el reloj y sus pertenencias al lado, sin que nadie lo toque. La tasa de criminalidad es de las más bajas del mundo, no se cometen prácticamente robos y en caso de olvidar un objeto de valor en algún lugar público, nadie la cogerá.


El transporte público es puntual, cómodo y veloz. La red de trenes de alta velocidad, Shinkansen, es maravillosa.


Te invito a visitarlo. No te decepcionará.


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Soy Carmen López…

Doctora en educación, pedagoga, investigadora y fundadora de Hijos con Éxito.


Después de 30 años dedicada a la educación de familias y profesorado, quiero aportar mis conocimientos y experiencia para ayudar a construir una sociedad sana y equilibrada desde la educación de los más jóvenes.


Porque sin las herramientas adecuadas, la crianza se convierte en un camino difícil de transitar y lleno de culpas.

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