A lo largo del mes de diciembre he estado en varios institutos de España hablando sobre sexualidad.


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Las investigaciones señalan que durante la infancia y la adolescencia hay un gran interés por cuestiones sexuales, que el consumo de pornografía violenta empieza con frecuencia a los ocho o nueve años y que crece el número de chicas que produce pornografía infantil para plataformas.


Es llamativo que cuando presento estos datos en las conferencias para madres y padres, muchos los desconocen, incluso dudan de que la información sea veraz.


Cuando la conferencia es para adolescentes, casi siempre finaliza con un sinfín de dudas sobre cuestiones clave de su salud sexual, afectiva y emocional.


Todos piensan que el porno es positivo. Las chicas reconocen que lo ven para ‘aprender qué tienen que hacer con sus parejas’. Los chicos ‘porque les ayuda tener mejor sexo’. Las chicas creen que su función es dar placer. Ellos creen que pueden exigir todo lo que ven en las películas y que ellas lo tienen que practicar igual que hacen las actrices.



Tanto ellas como ellos piensan que lo que hacen las actrices delante de la pantalla (incluso que te insulten o te peguen) es súper placentero. No tienen ni idea de que están fingiendo ante una agresión física y sexual.


Otros temas que interesan mucho a las chicas son la virginidad, el himen, si se pueden quedar embarazadas la primera vez a pelo, si se puede practicar sexo durante la regla, si pueden tomar la píldora del día después cada fin de semana o si tienen que consentir siempre que el chico lo pida ‘porque ellos tienen más necesidad de sexo’.


A las chicas también les preocupa el sexo anal. Le produce mucho dolor, pero la presión para hacerlo es tan feroz, que consienten una y otra vez. La semana pasada, una chica me preguntó textualmente ‘qué podía hacer para que no le duela tanto por detrás’.


Chicas y chicos tienen que saber (porque mayoritariamente no lo saben) que la pornografía es adictiva, peligrosa, insegura e irreal, que a todas las mujeres no les gusta el sexo anal o que le metan un puño por el ano, que hay una alta frecuencia de desgarros anales cuando se practica sin garantías, que no tienen que tragarse el semen, ni permitir que se lo echen en los ojos y que absolutamente siempre deben usar preservativo.


Esto no lo podemos permitir. Nuestros menore tienen derecho a que su madre, su padre o personal cualificado (no cualquiera con un cursillo de fin de semana o con un chiringuito subvencionado) les formen desde la infancia sin restringir información. Si no lo hacemos, buscarán en el porno, en internet o preguntarán a los colegas.


No solo necesitan saber de sexualidad, necesitan saber dónde están los límites de lo permisible, qué buenos hábitos les ayudarán tener una vida más saludable, cómo afectan las tecnologías a su desarrollo cerebral, cómo evitar la violencia de género, el abuso sexual y el acoso entre iguales. Y eso solo lo puedes hacer tú.


Fórmate, cuanto más sepan mucho mejor.


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Soy Carmen López…

Doctora en educación, pedagoga, investigadora y fundadora de Hijos con Éxito.


Después de 30 años dedicada a la educación de familias y profesorado, quiero aportar mis conocimientos y experiencia para ayudar a construir una sociedad sana y equilibrada desde la educación de los más jóvenes.


Porque sin las herramientas adecuadas, la crianza se convierte en un camino difícil de transitar y lleno de culpas.

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