Velo islámico en niñas y adolescentes - hijosconexito
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Relativismo cultural

Velo islámico en niñas y adolescentes

Velo islámico en niñas y adolescentes. Llevo 34 años trabajando con adolescentes y sus familias. Adolescentes de todas etnias, clases sociales, entornos culturales y religiosos.

Me importan todos los adolescentes. Todos por igual. Sean del sexo femenino o masculino. Nacidos en España o fuera de España. Con un apellido u otro. Me da exactamente igual. Para mi son, cada uno de ellos, igual de importantes. 

Sin embargo, he de reconocer, que la opresión y violencia contra las chicas son mi debilidad. 

Desde hace una temporada, vengo recibiendo muchos mensajes de jóvenes españolas, que pertenecen a contextos islámicos. 

A algunas las conozco en las conferencias que imparto en los colegios e institutos. Otras me han encontrado por las redes sociales. El trasfondo de sus mensajes es el mismo. Angustia ante la falta de libertad y control de la familia y el entorno.

Algunas se han revelado y han sufrido graves consecuencias. Otras, no lo hacen por miedo. Saben lo que les espera si deciden no obedecer. 

Os cuento algunos testimonios, pero hay muchos más. 

Velo islámico en niñas y adolescentes

Laila, de 16 años, me explica que, desde que sus padres la manipularon para que se pusiera el velo, no solo debe cubrirse el cabello y el escote. Tampoco puede salir con amigos, ir de excursión con su clase o de campamento. Y por supuesto, no puede ir a la piscina en verano o aprender a nadar.

Nora, de 17 años, me cuenta que, desde que se quitó el hiyab, no la invitan a los eventos sociales, y a veces, la escupen por la calle. 

Me escribe textualmente,

‘El velo islámico es una prenda que tapa a las mujeres para que los hombres no sientan deseo sexual hacia nosotras. Yo no estoy dispuesta a asumir esa falta de autocontrol por parte de los hombres’. 

Nora (17 años)

Amina usa velo desde la infancia, al igual que sus 4 hermanas. Me explica llorando en un desgarrador audio, que en su casa el ambiente es asfixiante. 

Nadia, que estudia 2º de bachillerato con notas brillantes, me explica en un larguísimo correo, que algunas de sus amigas insisten en que se ponen el velo por libre elección. Pero realmente no es así.  

‘Es la presión que tenemos, la que hace que nos lo pongamos. Es una obligación encubierta’.

Nadia

Sara, de 19 años, me escribe,

‘Colocan en nuestros hombros la reputación de la familia, por eso nos presionan en casa para que seamos las más puras… empecé a darles vueltas a al cabeza para quitarme el velo, cuando entré en el instituto y no podía hacer lo mismo que mis amigas’. 

Sara (19 años)
¿Cómo podemos normalizar que una niña, hija de inmigrantes, vaya con pañuelo al colegio, no pueda ir a campamentos o de excursión? 

¿Nadie se alarma ante la idea de que una niña no pueda ir a la piscina o no pueda tener amigos chicos?

En los países musulmanes, las personas homosexuales se enfrentan a persecuciones legales, sociales y familiares. Si son lesbianas el estigma se agrava, ya que además de homosexuales, son mujeres. 

En España, cuando los padres se enteran que alguna de sus hijas es lesbiana, la lleva a Marruecos, a la mezquita, al curandero o la intenten casar.

Velo islámico en niñas y adolescentes

¿Veríamos todo esto tan normal, si la niña fuera hija de María y Manolo? No. Porque la hija de María y Manolo es nuestra, es de aquí. 

Sin embargo, lo vemos bien en la hija de Habiba y Mohamed. Porque esa niña es de los otros. Es de los de fuera.

Esto tiene un nombre. Se llama relativismo cultural. Y el relativismo cultural es racismo puro y duro. 

He asistido más de una vez a debates públicos y privados, sobre si esto es un asunto netamente religioso, en el que los no musulmanes no podemos opinar. Pero no estoy de acuerdo. 

Es mi responsabilidad velar por los derechos de los menores, tengan el apellido que tengan.

Si aceptamos el relativismo cultural, tendremos que aceptar prácticas arcaicas que oprimen a la mujer y viviremos una regresión respecto a nuestros derechos.

En Francia se calculan unos 70.000 matrimonios forzados, y se sigue practicando la ablación y la poligamia. Estoy dispuesta a luchar para que esto no ocurra en España. 

No estoy siendo crítica con la religiosidad impuesta. Simplemente estoy defendiendo los derechos de las menores más vulnerables. No podemos rendirnos ante las tradiciones que las oprimen. 

El silencio es cómplice y por eso, hablo. 

Exactamente igual que he hablado, cuando las familias sexualizan y exponen de forma repugnante a sus hijas o cuando se pretende hormonar o mutilar a los menores para convertirlos en trans. 

Para terminar, decir, que no voy a permitir faltas de respeto. 

Video de Youtube

2 Comments
  • Sara
    Posted at 23:31h, 29 agosto Responder

    Buenísimo post.

    • Carmen López Suárez
      Posted at 18:42h, 05 septiembre Responder

      Muchas gracias 🙏

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