
23 Abr Yo visito museos y exposiciones con mis hijos
Museos: visitas que enriquecen a los hijos y a toda la familia
Días atrás hemos visitado una exposición sobre Grecia en la Fundación La Caixa. Bastante completa y con objetos traídos de uno de los Museos más importantes del mundo, el Británico. A los dos nos gusta mucho el arte y cultura griegos, pero sobre todo, a quien le apasiona es a mi marido.
La historia de la antigua Grecia está llena de actos heroicos, triunfos de guerreros y logros de deportistas caracterizados por una intensa competitividad. Esta facultad puede ser vista como una emoción negativa, pero también puede ser interpretada como una positiva. De ahí su importancia para ser trabajada con niños. Los griegos consideraban que se podía alcanzar el éxito con un equilibrio entre la mente y el cuerpo –deporte, filosofía, ciencia y arte–.
Esta está centrada en la actividad física. A través de una selección de tesoros del British Museum, esta exposición propone un análisis del espíritu competitivo del pueblo griego en diversos aspectos vitales.
Para ser sábado de feria, había muchas familias con niños. Inmediatamente me vinieron a la cabeza mis hijos.
‘Nosotros también los llevábamos a todas las exposiciones , ¿verdad?’. He comentado a mi marido.
E inmediatamente nos hemos hecho una foto para que, a pesar de que vivan a cientos de kilómetros, vieran dónde estábamos.
Parece mentira, pero, aunque ya son adultos, sigo teniendo esa vocación pedagógica con ellos.
En casa, cuando eran pequeños –y no tan pequeños– siempre que lo he considerado oportuno, hemos decidido los asuntos entre los cuatro. Pero precisamente el del ir a los museos no era uno de ellos. no era uno de ellos.
Cuando les preguntábamos si querían ir al cine, el sí estaba asegurado. Pero cuando preguntábamos si querían ir a un concierto o a un museo, corrimos el riesgo de que la respuesta fuera negativa. Así que, íbamos sin más. Les fuimos acostumbrando desde bebés a entrar en estos espacios, y por regla general, no protestaban en exceso cuando comenzábamos a subir las escaleras. Lo que no quiere decir que, después de un tiempo prudencial dentro, no empezaran a pedir que nos fuéramos al parque.
Al principio pensamos que ir con amigos, cuyos niños tuvieran su misma edad, podría ser buena idea, pero pronto lo desechamos.
Si a alguno se le ocurría decir frases como las siguientes, el clima de desánimo y de rechazo, corría como la pólvora:
‘Me voy a aburrir’
‘¡Todo el tiempo de pie!’
‘Esto es un rollo’
‘Mamá, ya estoy harto de ver piedras viejas y feas’ (me lo dijo mi hijo –incrédulo– en un museo de Castilla León).
Es verdad que estas, y muchas otras ideas similares, son seguramente, las primeras que aparecen en la cabeza de un niño cuando se le dice que va a ir a visitar un museo, a escuchar un concierto o a ver una exposición. Acto seguido, muchos padres se dejan contagiar y convencer por las sensaciones de sus hijos. Y deciden esperar a que crezcan. Piensan que es la mejor forma de acercarles a las colecciones de arte.
Desde mi punto de vista, tomar esta actitud puede ser un error. Muchas veces, los padres desconocen las posibilidades que los museos ofrecen. La mayoría, tienen muy en cuenta al público infantil. Y tienen desarrollados programas escolares y en familia de muy buena calidad. Con ellos los niños pueden aprender lo que ha pasado, pero también lo que puede pasar o está pasando.
Entonces, ¿merece la pena hacer estas visitas con los hijos?
Sí. Merece la pena y mucho. Un museo es un espacio de diálogo, de educación, de socialización y de encuentro.
- En primer lugar, las exposiciones y museos juegan un papel primordial en educar y difundir el conocimiento. Y aunque los niños –o los padres– no tengamos una formación histórica o artística, la simple visita te pone en contacto con otras perspectivas de la humanidad.
Entrar en un museo te transporta a otra época. Nos permite descubrir otras visiones de la humanidad y eso se lo tramitamos a nuestros hijos. Les hacemos partícipes de lo que allí se expone.
Hasta que se cansan y empiezan a protestar, puede convertirse en un viaje en el tiempo. No es necesario entrar en profundidades históricas o artísticas que les resulten tediosas. Explicándoles la vida de algún personaje ilustre, las vestimentas, las herramientas o los objetos que veamos llamativos, habremos cumplido con nuestro cometido.
- En segundo lugar, con estas experiencias, despertaremos en ellos el interés por algún área concreta. Como la naturaleza, el medioambiente, la historia, el arte o la ciencia.
Si ellos ven que nos sentimos bien mientras aprendemos cosas nuevas, nos imitarán y querrán compartir esas experiencias como nosotros.
- En tercer lugar, les ayudaremos a tener un criterio propio. A descubrir sus gustos e inquietudes. A ver el mundo desde diferentes perspectivas.
Si decides ir de museos con tus hijos, ten en cuanta las siguientes claves:
- Adáptate a su edad.
- Plantéalo como un juego divertido. Muchos lugares tienen sección de niños y actividades preparadas para ellos.
- Para que no se aburran, haz una selección y no te excedas en el tiempo.
- Pide mapas y audífonos, les gustan mucho.
- Si el museo tiene una App, permite al niño que te guíe. Se sentirá participe y se implicará más.
Te animo a ir con tus hijos a visitar museos y exposiciones. Les ayudará a enriquecerse de experiencias únicas. Les transportará a diferentes tiempos y lugares. Y será uno de los mejores regalos que les puedes hacer.
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